¡Atención! Este espacio es experimental, un taller de escritura. Aquí publico reflexiones, pensamientos, reseñas y demás.
Espero que leerlo le incite a formarse una opinión, antojarse de un libro o simplemente le haga pasar un momento agradable.

sábado, 26 de abril de 2014

El Realismo de Gabo

Gabriel García Márquez es reconocido como el genio que con sus cuentos y novelas pudo abrirse una parcela en la tradición literaria universal, en un género llamado Realismo Mágico. Este surgió en el corazón del siglo XX en una América Latina que respiró brevemente libre del control atento de las potencias industrializadas ocupadas en su reconstrucción después de la alteración del orden mundial provocada por las dos guerras y la Gran Depresión entre ellas. La industrialización dirigida por el Estado, como se denomina a esta etapa, trajo consigo el período de mayor crecimiento sostenido de la historia del subcontinente –5,5% anual entre 1945 y 1980 (1)– acompañado de un boom demográfico general que en el caso colombiano fue de una tasa de incremento poblacional anual de 2,7% entre 1950-1980, país que al iniciar el período tenía concentrados al 24,5% de sus habitantes en las ciudades pero que al terminarlo esa cifra subió a 64,3% (2).

García Márquez nació en Aracataca en 1927, un muy pequeño poblado en el departamento del Magdalena, al norte de Colombia y a escasos 50 kilómetros del mar Caribe. La temperatura promedio ronda los 27º C, pero las máximas pueden alcanzar los 40º C. No presenta estaciones que den tregua al implacable calor que se ensaña contra una región plana y dilatada que inmovilizada en sudor ve pasar al Río Magdalena nacido mil quinientos kilómetros atrás en los brazos nudosos de los andes y honrado por la muerte en sí de cientos de ríos y quebradas cuyas aguas bajan precipitadas de las montañas que le flanquean durante el recorrido.
En la autobiografía Vivir para contarla (2002) el escritor hace recuento de aquello que consideró importante en su vida temprana y por medio de ello el lector puede acercarse a las raíces de su inspiración, de su particular forma de relatar. Sin embargo, solo aquellos que hemos visto y sentido el medio ambiente caribe colombiano con la intención de encontrar las causas de inspiración, digamos, más inconscientes de Gabo podemos comprender que el agua de tal fuente contiene la sustancia mágica que expelen hasta los pájaros suicidas del universo macondiano.
La extensa llanura caribeña reúne en sus márgenes picos besados por el hielo, pantanos fruto del lento encuentro entre el Magdalena y el Río Cauca, y selvas vírgenes que fueron capaces de tragarse a la primera ciudad fundada por españoles en tierra firme americana por allá en 1510. Fue testigo de la desquicia conquistadora, la tristeza indígena y el sufrimiento africano; matriz de la mezcolanza genética, campo de experimentos de la condición humana. La fertilidad de los campos vio a miles de sus hijos aguantar hambre cruzados de brazos por derechos de propiedad coloniales para después volverlos materia prima del cultivo de banano, cuyo precio internacional se duplicó en los años 20's y se mantuvo muy provechoso hasta pasada la Segunda Guerra (3). De entre todas las razas, religiones, lenguajes, dialectos y condiciones sociales deviene la sociedad costeña, los "costeños", como se les dice en el país, y en medio de esa sociedad pintoresca, tan lacerada como feliz, un niño humorista y dibujante que después quiso y no fue abogado sino periodista devenido en escritor por la inevitabilidad de lo que algunos son llamados a ser terminó muerto en un palacete de la capital mexicana ostentando el máximo título a que alguien de su oficio puede aspirar.
El mundo en la obra del Nobel está compuesto en primer lugar por un ambiente de calor extenuante y mordaz, muy parecido a aquel de los ranchos de teja de cinc que abundan en el lugar, habitado por personajes cuyas acciones responden a morales distorsionadas, siendo que cada quien se aproxima a ser una isla de supersticiones contrapuestas e intereses radicales movidos por el orgullo, el placer o el capricho. Es decir, cada tanto aparecen personajes más bien autocontenidos, unos que dejan pasar la vida tirados en un chinchorro contando estrellas o aguardando a que el mar vuelva a traer consigo el olor a rosas del marzo anterior y poder demostrar a sus vecinos que no está loco, otros que ya viejos y enfermos se deciden por travesías y campañas heroicas; los demás, en el medio, en un microcosmos propio de fines escasísimos o recursos sin límite. En segundo lugar, por un tiempo oceánico, caprichoso, medido ya sea por la voracidad de las polillas, las generaciones familiares o la llegada de las maravillas del mundo de manos de los gitanos. Fundamental en su obra cúspide, Cien Años de Soledad (1967), es la sensación de que la juventud del universo acarrea consigo magia e ingenuidad que poco a poco se van reposando y sobre las que de tanto asentarse lo mundano terminan en el rincón aislado y polvoriento que es el antiguo laboratorio y biblioteca de Melquíades. Lo sobrenatural es reemplazado por lo disparatado y convertido en mito para después reaparecer y cerrarse el ciclo. En particular, a lo que se apunta es a expresar la sensación de que en su obra general es posible sentir el tiempo como viendo pasar frente a sí un ferrocarril a todo vapor o estando sentado en una sórdida y ruinosa estación mirando al espacio por el que pareciera que hace siglos pasó el último tren arañando de nostalgia las cenizas del recuerdo.
La pobreza es el estado natural macondiano. Está rodeada de aridez pero también de un mar que abre resquicios de vida y sobre el que navegan transatlánticos y acorazados más grandes que pueblos enteros, igual de fascinantes que las carabelas de Colón aquel 12 de octubre. La vida sucede en una condición de recogimiento sin salida contrastada con la riqueza despiadada, la posesión total e irresponsable merced de una vuelta del destino, como en Blacamán el bueno, vendedor de milagros (1968) o de Aureliano Segundo, u otorgada por el derecho feudal hereditario de la Mamá Grande. La historia económica de la región caribe no es ajena a esta organización social. La distribución tanto de la riqueza como de la renta ha sido muy inequitativa, condición impulsada por el desmantelamiento de la propiedad colectiva nativa y la encomienda española, que favorecieron el latifundio, así como por instituciones de índole extractivista que protegen y expandieron los privilegios de una minoría. Quienes a fuerza de trabajo o fuego, o de ambos en muchos casos, escalaron la pirámide social padecen una amnesia tropical razón de la que resulta un desprecio fresco y virginal por la clase social menos favorecidos de que provienen, como le sucede a la abuela de Eréndira.
El Estado es una caricatura, un militar analfabeta, el huérfano de los próceres y la puta del caserío; autoridad emanada de políticos feriantes que recorren el desierto con banda musical e indios alquilados para el bullicio debajo del que se negocia la torta anoréxica del nepotismo. Lo mágico de todo esto es que alguien lo haya gritado al mundo entero y haya sido suficiente el exilio para salvar su vida. En el país la democracia funciona así.
La muerte de García Márquez habrá de renovar el impulso por acercarse a su obra. En las librerías montevideanas se ha hecho habitual por estos días la venta diaria de algunos ejemplares y ha sido grato descubrir el reconocimiento del público por su literatura, condición oculta para aquellos que no han tenido la oportunidad de salir del país y motivo personal de satisfacción. Quizá también sirva para que el altamente mediatizado colombiano promedio agarre alguna de sus novelas o cuentos y los lea acosado por los golpes de la curiosidad que la tromba noticiosa le influya.
En este texto se pretendió sobre todo que el lector de Gabo tenga noción del peso que la palabra Realismo tiene sobre la descripción del universo macondiano y, como no decirlo, hacer el debido homenaje dentro de las capacidades y los medios a disposición a ese hombre que hace del alma una cometa llevada al cielo por mariposas amarillas.

Referencias:

(1) Bértola, L. y Ocampo, J. A. (2012) Una historia económica de América Latina desde la Independencia. Desarrollo, vaivenes y desigualdad. Secretaría General Iberoamericana: Madrid. Pg. 189.
(2) Ibíd. Pg. 195.
(3) Bértola, L. y Gerchunoff, P. (2011) Institucionalidad y desarrollo económico en América Latina. CEPAL: Santiago de Chile. Pg. 205.




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