¡Atención! Este espacio es experimental, un taller de escritura. Aquí publico reflexiones, pensamientos, reseñas y demás.
Espero que leerlo le incite a formarse una opinión, antojarse de un libro o simplemente le haga pasar un momento agradable.

jueves, 9 de mayo de 2013

Un chofer el timón de Venezuela

Hace un par de días Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, visitó Montevideo para firmar unos acuerdos de cooperación con el gobierno de José Mujica. Durante la visita recibió las llaves de la ciudad de manos de la intendenta, sorprendió al manejar su propio vehículo y visitó una central sindical, entre otras cosas.
Dado el poco seguimiento que hago de las noticias uruguayas no supe mucho al respecto. Me enteré antes de entrar a clase por unas compañeras que comentaron estar considerando faltar esa noche por ir a verlo. No lo entendí.
En general, si no te interesas específicamente por conocer algo sobre Venezuela y su proceso político autónomame
nte, te quedará la sensación de que allá las cosas no están bien. El causar esa sensación es el fin último de los medios de comunicación como instrumentos de propaganda y adoctrinamiento político. Te quedas con el Maduro chofer, el arrimado de Chávez, el presidente ilegítimo o el dictador, porque de eso sí que hablan las grandes pantallas de la información.
Yo soy víctima. Como que he sentido tanta hostilidad de los medios, replicada por las personas, por ejemplo, en las redes sociales, que inconscientemente se me estaba dibujando un imaginario que se estrelló con la pared de la realidad: no sé nada sobre el Heredero. Fue cuando quise argumentar el porqué no me parece que Maduro se haya ganado que mis compañeras lo consideren un líder de izquierda loable de ser ido a ver. No supe qué decir sobre su trayectoria, más allá de la realidad que me hace seguir pensando que todavía no es alguien a quien iría a ver: él llega a la presidencia a la sombra de un proceso político en el que el grueso de las decisiones fueron tomadas por otro, Chávez. Sí, es fiel al corazón ideológico del chavismo –por algo fue electo–, pero eso no lo diferencia de millones de otros. En resumidas, Maduro no ha tomado decisiones relevantes, pero está empezando a hacerlo.
El héroe griego Hércules luchando por capturar al Can Cerbero
de Hades en sus doce penitencias  
No lo considero un ícono actual de la izquierda porque apenas está a punto de gobernar. ¿Es prudente asumir desde tan temprano que su gobierno será tal que él ya es personalidad? Por ejemplo y manteniendo las debidas proporciones, ¿Es Juan Manuel Santos en Colombia el heredero que los uribistas esperaban?
Investigué un poco sobre el nuevo presidente y aquí hay algunas datos que puedan ser de interés: desde muy joven militó en la liga socialista; fue presidente del sindicato del Metro de Caracas y, como tal, integró su junta directiva; diputado de la Asamblea Constituyente que expidió la Constitución de 1999; diputado de la Asamblea Nacional y presidente del Parlamento. Sin embargo, sus grandes logros, a mí parecer, los obtuvo como Canciller de Venezuela, en donde planeó y ejecutó desde 2006 la vasta política exterior venezolana, midiéndosele al Can Cerbero internacional de los conglomerados de la información y a los enemigos de nuestro pueblo. Ahh... y fue bajista de un grupo de rock. Ahí les dejo una de sus canciones.


miércoles, 1 de mayo de 2013

"Mamá, me pido a Escobar"

Iba caminando por la importante avenida 18 de Julio de la ciudad de Montevideo, cerca a la Intendencia municipal. Linda noche otoñal bendecida por un paro en el agreste viento que caracteriza por estos días a la capital del Uruguay.
Un niño caminaba detrás de la madre, que conversaba quizá con su hija mayor y no prestaba atención al imperioso llamado del impúber. "Mamá... mamá", llamaba el niño, tal vez de 10 años. Me pareció extraño que la señora que iba adelante suyo, quien yo supuse que era su madre, no volteara. Me enganché en el suceso. Una cuadra más adelante el niño continúa el llamado, pero esta vez llega hasta donde la madre y le hala el brazo: "Mamá, ¡me pido a Escobar!". Abrí los ojos: ¿Qué? Esto es demasiado.
Bueno, la mayoría de colombianos no lo saben, pero en el Uruguay están muy a tono con las megaproducciones televisivas colombianas. El canal Monte Carlo transmitió Escobar, el patrón del mal mientras en colombia todavía no había terminado la serie, y recientemente comenzó a transmitir Tres caínes en horario nocturno dos veces a la semana. Parece también que antes de mi llegada la pantalla chica uruguaya le presentó a sus televidentes producciones como El capo o El cartel de los sapos. 



Ya no me extraño cuando los orientales, al saber de mi nacionalidad, me vinculan con mafias, narcotráfico, muerte y corrupción. En las conversaciones con ellos es común que pregunten por tal o cual suceso, por Rodrigo Lara Bonilla, por ejemplo, o que tengan la noción de que Colombia vive en una anarquía de violencia. Y más grave aún es que la mayoría desconoce cuestiones básicas del país como más o menos cuántos habitantes tiene o con qué naciones comparte fronteras.
Algunos programas de televisión que tanto beneficio económico le están significando a dos organizaciones privadas –entiéndase los canales RCN y Caracol– están regando por el continente un desolador imaginario del país y de sus habitantes. ¡Nos están transmitiendo como una horda de mafiosos! Los extranjeros no tienen por qué creer otra cosa si eso es lo que se está comunicando al mundo.
Frente al paupérrimo control que el Estado colombiano ejerce sobre los canales privados de televisión, mi pregunta es: ¿Debe una nación de 45 millones de almas permitir que su 'comunicación externa' con otros pueblos esté mediada por el interés rapaz y mercantilista de un par de empresas de comunicación? Además de sufrir la inmoral manipulación de la información y de la opinión pública que desde sus primeras emisiones por allá en 1998 ejercen, ¿tiene la sociedad colombiana que ser manoseada en su buen nombre y honra? ¿El derecho al buen nombre que ampara al individuo no se extiende como un derecho de la sociedad en su conjunto?
La cuestión incisiva es si un grupo de personas que son representadas por un Estado no deben imponer restricciones serias al poder desbocado de comunicar en nombre de todos de un par de organizaciones. ¿Cuántos niños más en Latinoamérica tienen que 'pedirse' a Pablo Escobar para que entendamos que lo que estamos sembrando en materia de imagen país es abominable?